La importancia de la robótica y la tecnología en los jóvenes y niños

La necesidad de profesionales íntegros en la tecnología subyace de la comunidad, de la provincia, del país y del mundo; pero… ¿La necesidad es para ser cubierta hoy, mañana o en un futuro?

Pese a la situación económica en la que nuestro país pueda encontrarse, hoy en día, son las empresas industriales quienes necesitan ampliar su capital humano, para poder crecer y expandirse; pero lejos de cumplir ese objetivo, se encuentran con grandes dificultades al momento de encontrar profesionales con o sin experiencia, es decir, como comunidad, nos encontramos con un gran déficit de profesionales con perfiles de media y alta cualificación.

No es difícil concluir en que hay una gran descompensación de capacitación, entre la masa laboral disponible en el mercado y lo demandado por las empresas modernas. Hay muchos y complejos factores, por los cuales se da este hecho y, en nuestra opinión, se trata de un problema crónico con difícil resolución a corto plazo. Es fundamental buscar medidas correctoras a medio y largo plazo. La solución debe nacer de quienes están hoy, en las etapas infantiles y juveniles; de los que en unos años estarán llamados a convertirse en profesionales.

Sabemos que tenemos que trabajar juntos en este camino y desde los diferentes frentes: educacional, institucional, empresarial… pero es en el ámbito familiar y social, posiblemente el más importante pero también el que más carencias sufre, donde más se debe incidir. Porque, para que nuestra industria del futuro sea moderna, limpia, productiva, de calidad y competitiva; la masa profesional que lleve sus riendas, no sólo deberá de estar capacitada, sino también ilusionada y motivada; es por ello que estos grandes ingenieros, expertos, arquitectos, programadores, diseñadores; docentes, y demás profesionales, que necesitaremos dentro de unos años, ahora son jóvenes y niños.

Tenemos que lograr que los niños y niñas sientan amor por la tecnología y la ingeniería.

Está en la naturaleza de los niños y niñas el ser curioso, preguntarse cómo funciona esto y aquello, sorprenderse por qué, para qué y cómo las máquinas y los robots se mueven. Pero, lamentablemente, con el paso de los años la mayoría de esas personas pierde esas ilusiones, simplemente porque a lo largo de su vida no han tenido la motivación necesaria para mantener viva esa llama, esos jóvenes evolucionan a la hora de convertirse en adultos a un estado de mayor pasividad hacia la sorpresa. Y muchos de esos niños y niñas, que siendo pequeños gozaban creando, construyendo, diseñando; cuando crecen y entran en el mercado laboral han perdido, a lo largo del camino, el horizonte de disfrutar con lo que hacen. Podríamos comparar esto, con la creación de una barrera infranqueable entre lo que antes la persona denominaba “juego” y ahora lo debe llamar “trabajo”. Lo triste, quizás, es que ese trabajo remunerado, para muchos, ya no es algo de lo que sentirse orgulloso cuando se ve el resultado del esfuerzo realizado; sino un mal necesario, un trámite imprescindible para lograr otras metas de sus vidas.

Podemos, y debemos, hacer mucho para revertir esta tendencia del mal necesario, porque en cómo nos sentimos en el entorno laboral está una gran parte del éxito de nosotros como profesionales y empresas. Se echa mucha culpa de la falta de motivación a las direcciones de las empresas, y sin duda es cierto que es, también, responsabilidad de los directivos de la misma, conseguir que sus equipos de trabajo se mantengan ilusionados con sus proyectos; pero… algo falla de base cuando el joven que accede por primera vez a su puesto de trabajo llega ya desilusionado, no es receptivo, y lo que valora es una remuneración lo más alta posible a la vez de con el mínimo esfuerzo. Esta des motivación no nace con el niño, sino que es la sociedad y el entorno, quien la genera.

Teacher playing with students

Los niños disfrutan con la tecnología y la ingeniería.

Y esto no lo debemos desperdiciar. Tanto nosotros cuando hemos sido pequeños como nuestros hijos ahora, todos, ya sea solos o en grupo; jugábamos a construir, imaginar, dibujar, moldear con masa, soñar con cajas de cartón. Pero ojo! No todos los niños se divierten igual; hay quienes disfrutan de seguir instrucciones, crear a raíz de un juego ya armado y simplemente sentirse cómodos con una guía paso a paso. El análisis creativo que tiene esa persona, se ejecuta cuando; mientras construía siguiendo las instrucciones, se le mezclan, por ejemplo, las piezas de los diferentes conjuntos. Es en ese momento donde el niño se lanza a imaginar cómo ordenarlas, cómo es que debe seguir las instrucciones, como tiene que armar una vez ya ordenado, qué herramientas estratégicas tiene que usar. Y sin darnos cuenta, esto, es ingeniería pura.

Cuando los niños crecen, la creatividad y la imaginación siguen estando, y hasta ellos mismos la utilizan sin darse cuenta. Es fácil creer que los juegos de computadora o celular son algo que atropellan estas cualidades; lo que es difícil es saber en qué momento, a qué edad y con qué juegos es aplicable esta teoría. Hoy en día estos juegos han evolucionado y las construcciones que hacían con masa, podrían tener motores y sensores, o las cajas con las que jugaba, podría ser una casa creada y diseñada estratégicamente para que los atacantes no la invadan; incluso los bloques o los rompecabezas podrían ser piezas fundamentales para programar.

Los niños ya tienen la capacidad de diseñar y ensamblar sus propios robots y máquinas móviles e inteligentes. Lo mismo sucede con infinidad de plataformas que han sido creadas especialmente para que los niños y niñas realicen sus creaciones de software, tales como Minecraft o la programación en Scratch.

Si estos jóvenes están tan motivados con estas actividades, y éstas se diferencian tan poco, en sustancia, con las que realiza un ingeniero en su puesto de trabajo, ¿qué es lo que falla?

La sociedad y la familia no incentivan de la forma correcta, al niño en la tecnología.

A los niños y niñas se los dirige, desde la sociedad, más a juegos de competición y deporte; que a la creatividad y a fomentar su capacidad de construir. Las actividades que fomentan el conocimiento tecnológico como juego, sólo funcionan en la mayoría de las veces, como un planteamiento secundario frente a otras opciones tales como idiomas, música o deporte. Y no es que estas últimas sean poco importantes, ni muchos menos; sino que pensamos que el aprendizaje y juego tecnológico, no necesariamente tiene que tener la misma importancia y el mismo peso que los anteriores.

La importancia de fomentar este amor por la tecnología y la robótica, que los niños tienen por naturaleza, y mantenerlo a lo largo de los años hasta que florezca en la forma de un profesional tecnológico; que no sólo tenga la capacitación adecuada para desarrollar su actividad laboral de forma óptima y eficiente, sino que además siga disfrutando como cuando era niño y no pierda la ilusión por el trabajo bien hecho; más allá de qué profesión tenga y qué actividades realice.

Como comunidad, debemos reconocer que hoy en día, nuestras empresas y nuestros emprendimientos; necesitan más técnicos que tengan la capacidad y la motivación de imaginar, crear, programar y mantener robots que realicen las tareas ingratas, peligrosas y repetitivas. Los niños y niñas ya tienen la ilusión. Es nuestra obligación mantener limpio el camino para la transición entre estos chicos y chicas, y nuestros futuros profesionales.

Referencias: larraioz.com